top of page

Para apreciar el momento hay que "hacer menos".

  • Foto del escritor: Angela Larrubia
    Angela Larrubia
  • 3 sept 2020
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 23 jun 2021

Unas reflexiones sobre como el día a día nos avasalla y cómo podemos afrontarlo.



¡Hola de nuevo! Para ilustrar esta entrada en el blog voy a recurrir (como hacen los americanos) a un chiste inicial… Había un hombre que iba montando muy rápido a caballo. Al avanzar al galope, pasa junto a un amigo que está sentado a un lado del camino, y éste le grita: "¿A dónde vas tan rápido?" El jinete se vuelve hacia su amigo y le grita: "¡No sé, pregúntale al caballo!". Bromas aparte, es verdad que el ritmo y la intensidad de nuestras vidas, ahora exacerbados por los niveles actuales (y cada vez mayores) de cambios externos e incógnitas que escapan a nuestro control, hacen que muchos de nosotros nos sintamos como esa persona que monta un caballo al galope sin poder dominarlo.

Puede ser por tener demasiadas cosas que hacer y poco tiempo para ello, por esa sensación de desbordamiento o ese punto de ansiedad ante lo desconocido que nos acelera casi sin darnos cuenta. O sencillamente por el vertiginoso ritmo mental que nos engancha y nos arrastra a la acción constante. El caso es que la presión por realizar y marcar como terminadas todas las tareas pendientes del día, parece decidir por nosotros la dirección y por tanto, la calidad de nuestra existencia.


¿Y si enfocamos nuestros días de una manera diferente? ¿Podemos cambiar conscientemente este patrón automático de “fuera de control”? ¿Cómo hacerlo? Es a la vez fácil y difícil… Solo requiere el ánimo y el coraje de hacer menos cosas. Sí, como suena, hacer menos tareas. Lo has leído bien.


Has leído bien: para cambiar el ritmo vertiginoso que llevamos y salir del estado de "fuera de control" hay que hacer menos. Suena raro en este mundo de hoy ¿Verdad?

Con demasiada frecuencia creemos erróneamente que hacer menos tareas, menos actividades, nos vuelve perezosos y poco resolutivos, que perdemos el tiempo, dando como resultado una falta de productividad, especialmente en la vida profesional. Pero desde mi punto de vista, hacer menos nos ayuda a “saborear” cada momento, cada logro, cada meta conseguida. Quizá esos momentos de “no acción” son el mejor regalo que podemos hacernos a nosotros mismos.


Establecer y cultivar la intención de “hacer menos” puede llegar a ser simple, sorprendente y transformador. Imagínate tener una conversación tranquila y sin prisas en medio de una jornada laboral implacable con alguien que te importa. Imagínate completar una tarea concreta y sentirte tranquilo y feliz… ¡y ser consciente de ello, disfrutarlo! sin enganchar directamente con lo siguiente que tienes que hacer. Imagínate que al despertar por la mañana tu primera actividad es sentir y expresar aprecio y amor por estar vivo, por tus seres queridos, por todo lo que tienes, por el aire, por el sol…


Tenemos que ser conscientes de lo que logramos a lo largo del día ... ser capaces de disfrutarlo.

La vida de cada uno de nosotros tiene su propio significado, pero el significado de la nuestra a menudo está ensombrecido por la niebla de hábitos que no son saludables y a menudo ni siquiera somos conscientes de ellos. Al identificar y reconocer estos hábitos e intentar cambiarlos, podremos nuevamente saborear, incluso profundamente, la forma en que disfrutamos nuestras vidas y compartirlo abierta y generosamente con los que amamos.


Menos ajetreo conduce a apreciar lo realmente importante de la vida, a no perder ninguno de esos momentos que pasan fugazmente. “Hacer menos” y sobre todo “hacer menos a la vez” conduce aun mayor foco de nuestra atención, más calma interna y con ello más eficacia, a la vez que nos ayuda a reconocer el esplendor del momento presente. “Hacer menos” nos da una mayor capacidad para lograr más de lo que más importa, tanto para nosotros como para los demás.


"Hacer menos" nos ayuda a lograr más de lo que más importa.

Quisiera acabar con un par de pistas finales para entrenar esto de “hacer menos”.

¿Qué es lo primero que haces cuando te despiertas por la mañana? ¿Revisas los mensajes de whatsapp, o las noticias del móvil? Bueno, intenta algo diferente.

Quizá sencillamente mirar por la ventana y respirar saludando al nuevo día, descubriendo si será soleado, frío o caluroso. Notando la caricia del sol o el estímulo del aire frío al abrir la ventana. ¿Qué puedes encontrar? Se trata de dedicarte unos momentos de atención para saber cómo te sientes y como abordas esta nueva jornada, sintiendo curiosidad por tu respiración, cuerpo, sentimientos y pensamientos. ¡Por este momento!


¡¡Después ya saldrás corriendo como siempre!!


O a lo largo del día, por ejemplo, concédete la posibilidad de tomarte unos breves descansos para "saborear el momento": Ir a caminar 10 minutos, leer un poco de poesía o tener una conversación tranquila y sosegada con alguien cercano.

Obsérvate e Intenta descubrir lo que hay detrás de la compulsión de hacer más, de estar siempre conectado electrónicamente. Y piensa cuál puede ser la razón de esta necesidad de actividad constante, puede estar relacionada con alguna versión del miedo: miedo a perderse algo, miedo al fracaso o simplemente miedo a una sensación de soledad o vacío. O quizá incomodidad ante el silencio, necesidad de acallar tu mente o sencillamente inercia que esconde… ¿Qué esconde? Te propongo explorar todo esto, ser curioso, no prejuzgar y aprender a familiarizarte con tus intenciones y motivaciones personales, pero eso sí, siempre desde la amabilidad y la comprensión hacia ti mismo.


En resumen… Empieza por HACER menos ySER más.


¡¡Seguimos hablando!!


Angela Larrubia Ansón - Mindfulness Vida y Salud

Comments


¡Únete al Blog y recibe nuestras noticias!

¡Gracias por unirte!

bottom of page